te oriental del Estado de Chihuahua, hacia Sierra Madre, vive en plena naturaleza y en el seno de ella verifica sus más recatadas é íntimas funciones fisiológicas.
El resto de las mujeres mexicanas, después de la emancipación del Gobierno Colonial, ha modificado sensiblemente sus condiciones morales, mas, conservando siempre en el hogar un cierto espíritu del primitivo patriarcado, en el cual se forman madres entrañables, dignísimas esposas, é hijas dóciles, sometidas en un todo á los mandatos de sus progenitores.
La india salvaje, que hace vida errante, la indígena brava, montaráz, satisface asímismo, en plena naturaleza, sus necesidades fisiológicas, ayuna de pudor y de toda honestidad y, como en los primitivos tiempos, da culto al sol y á los astros.
La moderna, la que podríamos denominar civilizada, la que ha transformado hasta casi desaparecer, su sencillo dialecto, es sumisa y dúctil. :
Vive en las cercanías de la ciudad, en la cual entra á diario, con su chiguilurite (especie de cesta ó canastilla) que transporta en la cabeza con cierto donaire, conteniendo su mercancía, ósea frutas y flores, ó una preparación láctea llamada jocoqui y también tamales, especie de masa de harina de maíz, envuelta en hojas de este fruto,
