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Journal of American Folk-Lore.

y nos van a retirar
y quedarán a su gusto.

Nunca yo hubiera creído
dejarme de tu amistad,
pero si los cuentos siguen
dejarla me costará;
hoy que digo la verdad,
como si el confesor fuera,
mi vida por ti quisiera
siendo tu gusto y el mío;
pero se han entremetido
muchas lenguas embusteras.

98.

Esperar y no venir,
querer y que no me quieran,
acostarme y no dormir,
¿cuál será la mayor pena?

Más no quisiera esperar
y me costará la vida;
amada prenda querida,
no me hagas más penar,
que yo quisiera encontrar
un corazón muy sutil
para poderle decir:
— Tú serás mi prenda amada,
y creo que asi cesará
esperar y no venir.

Me acabarás de matar
o me das algún consuelo,
que pensando en ti me desvelo
y me falta el respirar;
mi dolor no tiene igual
aunque me viera en cadenas;
así cesará la pena
de un corazón como el mío,
y me das por contenido
querer y que no me quieran.

La esperanza no se acaba
para el que sabe querer;
tú sola eres la mujer
que con mi vida acaba,
y si a tu lado me hallara
para poderte decir,
eres tú mi serafín
si me das algún consuelo;
se me quitaría el desvelo
de acostarme y no dormir.

Tu sola eres la mujer
que mi corazón oprime,
y creo que los serafines
no me quitan tu querer;
creo que me tengas que ver
en la más terrible esfera;
recordarás que tú eras
dueiia de mi corazón
y hoy preguntas a tu amor:
— ¿Cuál será la mayor pena?

99

Boquita de medicina,
labios de medicamento,
¿me dirás cómo se olvida
la ausencia de un largo tiempo?

Cuanto vale una trigueña,
cuanto vale un sí de amor,
sabes que mi corazón
está sufriendo por ella.
Tú eres la prenda más bella,
mi mente nunca te olvida,
necesario es que te diga
que no te puedo olvidar;
no me hagas más penar
boquita de medicina.

Tanto como yo he esperado,
tanto como yo he sufrido,
hoy me echas en olvido
y me borras del pensamiento;
a veces me fijo al viento
a ver si veo volar una hojita
para escribirte, vidita,
lo mucho que yo te adoro,
brillantísimo tesoro,
labios de medicamento.

Una noche fresca y clara
a la orilla de la fuente
tú me hablaste de repente,
que por nadie me olvidabas.
Si es verdad y no te acordabas
llévalo en recuerdo, niña,
que una palabra cumplida
se estima de corazón;
y si no me tienes amor,
me dirás cómo se olvida.

En un tiempo eras mi amada,
que en mis brazos te tenía,