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Porto-Rican Folk-Lore.
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aunque en mármol no me estime
tantos golpes repetidos
que hasta el fuego hace ablandar
un mármol endurecido.

167.

La mulata es un suspiro
nacido del corazón;
cuando demuestra un cariño
sus ojos son tan divinos,
que con sus miradas matan;
son las flechas que traspasan
lo íntimo del corazón;
y es más dulce que un turrón
el beso de una mulata.

Una mulata que tenga
su nariz muy perfilada
y su frente desarrollada,
¿quién no suspira por ella?
Y si es simpática y bella,
pues vale más que una blanca;
igual a cualquier muchacha
entusiasma a los caballeros,
y es más dulce que un caraméllo
el beso de una mulata.

Hay mulatitas que son
trigueñas, color de cobre,
tienen su cintura en orden
y su cuerpo en perfección;
ésa es la esencia mejor
que produce la gran Francia;
pues el perfume arrebata
del pecho el hombre a la vida,
y es más dulce que una sidra
el beso de una mulata.

168.

En busca del amor
al campo me retiré;
muy afligido me senté
a las orillas de un río,
bajo de un árbol sombrío
donde calmar mis dolores;
ví pasar dos labradores
les pregunté: — Por piedad,
denme razón donde está
la dueña de mis amores.

Mojado con el rocío
ando buscándote, cielo
cúbreme con tu pañuelo
y recompensa el amor mío;
en ti reina el poder mío;
tú eres hija de las flores,
son los únicos primores
que usted ama con placer;
mientras viva, usted ha de ser
la reina de mis amores.

Me contestan con placer:
— Debemos darle una seña,
que hemos visto una trigueña
a la sombra de un laurel;
quizás ella pueda ser.
— Gracias yo les doy, señores
allí calman mis dolores.
Y más delante dormida
la ví, de blanco vestida,
la reina de mis amores.

169.

Anoche me mordió un perro,
una mula me patió;
mi mujer se fué con otro;
sea por el amor de Dios.

Metí la cabeza a un monte,
me picaron las avispas;
de allí salí echando chispas
hasta en casa de monigote
solicitando un capote;
tenía piojos como arroz;
se cogían de dos en dos
y a veces por dos docenas;
y para alivio de mis penas
anoche me mordió un perro.

Anoche me metí en el monte,
las avispas me picaron;
de allí salí echando chispas
me fuí en casa de un monigote,
él me regaló un capote;
tenía piojos como arroz;
los cogía de dos en dos
y después hasta por docenas;
y por mi fortuna buena
mi mula me dió una coz,
mi mujer se me fué con otro,
sea todo en amor de Dios.

170.

¿Cuántas millas tiene el sol?
¿cuántos millares la luna?