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Porto-Rican Folk-Lore.
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Si sufrimos demasiado
como parias cruel castigo,
hoy no se sufre lo mismo,
lejos del hogar preciado.

Vengan mis hermanos todos
y olviden viejas querellas.
Nuestra será nuestra tierra;
sacúdase el viejo lodo.
Las viejas mañas que a todos
nos dejó la España, pero,
nos dejó un gran español
que Juncos se apellidó,
y el coloniaje rompió
con fuerte mano de hierro.

107.

Ya tenemos libertad,
ya tenemos libertad,
ya tenemos libertad,
ya tenemos libertad.

Aquí tenían preparados
unos hermosos palillos,
que tenian dos tornillos
que hacían forma de candado.
Y quien los tenía guardados
era ese infame Pisac;
que hizo una sociedad
mira si este hombre es malvado;
pueblo, no tengas cuidado,
ya tenemos libertad.

Los zapatos y palillos
que traían para los hombres,
para las mujeres corceles,
para los niños biberones;
no miren los manganzones
que es una barbaridad;
quiso la casualidad
que llegó el americano
y acabó con los tiranos;
ya tenemos libertad

Pisac con su mala entraña
aquí no puede volver;
él se vistió de mujer
para irse para España.
Yo veo que en vuestra montaña
entra mucha claridad
y veo la tranquilidad
de todo el hijo de aquí;
y como es libre el país
ya tenemos libertad.

Espada Blanca se llamaba
la sociedad que tenían;
todas las listas que hacían
Pisac las tenía guardadas,
en ver que se revocaban
un convoy con realidad,
que dice que viene ya;
y entra por el horizonte
y se fueron los del componte;
ya tenemos libertad.

108. El reo en capilla.

El lazo está preparado
para entregarme a la muerte;
me retiro para siempre,
adiós, parientes y hermanos.

Pobre Alberto Román,
después de tanto apelar
hoy lo van a ejecutar
en la ciudad de San Juan;
la vida le quitarán
porque ya está sentenciado;
él esta desconsolado
en saber que va a morir
en ese cadalzo vil;
el lazo está preparado.

Adiós, mi esposa querida;
cuídame bien a mamá;
marcho a la eternidad
y les doy la despedida;
mi misión está cumplida
porque fuí culpablemente;
hoy me retiro realmente
de esta Antilla borincana;
la horca está preparada
para entregarme a la muerte.

Tuvo su aplicación
según he llegado a saber
por causa de una mujer;
lo juzgan como el autor;
a Washington apeló
que no era él el delincuente
y se declaró inocente,
pero ya no había piedad
y de esta vida material
se retira para siempre.

En la Habana estando él
viviendo allí nada inquieto