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Porto-Rican Folk-Lore.
423

olvídame, cielo,
que el olvido ha borrado
la ilusión del sueño.[1]

227.

Aurelio salió a paseo
y al jardín entró;
una flor cogió
y un ramo de albahaca.
Le dice Tomasa
que entraba también;
— Yo quiero coger
una rosa blanca.

Quisiera saber
si usted tiene novio,
pues yo le regalo
un ramo de albahaca,
que le traigo yo
porque usted me dió
una rosa blanca.

Yo he venido aquí
con mucho placer
por una mujer
que me ha dicho a mí.
Yo me dirijí
para ir a su casa
y traigo botones
de una rosa blanca.

Angel de mi amor
diga si me quiere;
la respuesta, espero
de su corazón;
con tanta aflicción
mi pecho la trata,
porque usted es la ingrata,
que me encanta a mí
desde que cogí
una rosa blanca.

Si alguna azucena
viniera al ciprés,
que igualara a usted,
mi linda hechicera,
y tan lisonjera,
que una rica planta,
parece una santa,
mirando de frente,
más resplandiciente
que una rosa blanca.

Entre peña y peña
estaba un girasol
y a su alrededor
nació una azucena;
muy cerca de ella
una hermosa mata.
Dios guarde la casa
donde se crió
y donde nació
una rosa blanca.

Pulido alelí,
bella flor del campo,
sin mi gran quebranto
quiero ser por ti;
si me das el sí
tendré esperanza
y voy a tu casa
sólo por saber
si puedo coger
una rosa blanca.

Ahora que he venido,
es porque sabía
que me aguardarías
con mucho cariño;
y vengo rendido
buscando tu amor;
eres la muchacha
que me saludó
y después me dió
una rosa blanca.

En fin, me despido
con ferviente anhelo,
las gracias le demos
al recién nacido;
El fué dirigido
a destino cruel,
dando a comprender
tantas amarguras.
¡Gloria en las alturas
al Dios de Israel!

228.

Amores cantantes
te vengo a ofrecer,
para merecer
el poder amarte;
para consolarte,
dándote la mano.


227. The first three strophes are octavas.

  1. Incomplete.